miércoles, 3 de julio de 2013

TROZOS DE PASADO QUE OTROS TEJEN (II)

LA LOCA DEL MUELLE DE SAN BLAS

Mientras trataba de convencer a Manolo, de sus posibilidades para caminar seguro, la mujer y yo charlábamos animadamente -entre ejercicio y ejercicio hay unos segundos muy útiles-. Hablando de todo, y desembocamos en las señoras que en su momento no se casaron y ya quedaron marcadas en el pueblo. Y cosas así.

- En los pueblos, se tenían muy en cuenta esas cosas. Incluso se hacía imposible encontrar novio en tu pueblo y tenías que irte al de al lado.

- Duro si que debía ser - respondí, mientras empezaba otra tanda de ejercicios de piernas con el marido-.

- En mi pueblo vivió una que se volvió loca. Pero por casarla.

Paré un segundo el ejercicio - ¿Loca por?

- Uy, mujer por esas cosas de los ricos y los pobres. Que la casaron, siendo una muchacha joven y bonita, con un viejarro de los que tenían "herencia". Ella tendría veinticuatro o veinticinco años y él andaría por los sesenta. 

- Y ¿Qué pasó?

- Pues la noche de bodas se escapó. Y se escondió en unas cuevas para el vino. De esas que hay en los pueblos.

- Y ¿No volvió? 

- La encontraron tres días más tarde - con cara de pesar añadió- loca perdida. Guapa era mucho, pero loca loca.

- ¿Se la llevó el marido? - Me moría de curiosidad por saber el final de la historia. Aunque si era "La loca del pueblo", intuía el final.

- ¡UY, no hija! Se la llevó la hermana -cuñada de un primo de mi madre-. Seguro que el viejo les daba dinero para cuidarla. Porque las hacía buenas.

- ¿Se escapaba?

- La tenían encerrada en una habitación en el primer piso. Mi primo y yo, cuando éramos pequeños, decíamos "vamos a ver si sale la loca". Porque a veces salía al balcón desnuda. Poco importaba si era verano o invierno. Y si pillaba unas tijeras, podía hacer tiras las mantas que le daban para taparse, o la ropa. Así que, para mantenerla, algo les pasaría.

- Pero, ¿hace mucho de eso?

- Uy si. Cuando yo iba con mi primo, tendríamos doce o trece años y ella ya tendría sesenta y tantos. Y ya tengo ochenta y uno. Con lo guapa que era y mira cómo terminó por casarla con el viejo rico del pueblo. El dinero es lo que tiene.

- Menos mal que no soy de tu pueblo.

- Bueno mujer. Yo me casé con éste. Y ya hace años que le aguanto.

- Mujer que no es una condena -Manolo ya no nos hacía caso y miraba de reojo la tele-.

- No se, no se. La mujer, algunas veces no estaba tan mal y bajaba a la cocina a comer con todos. Si esos días me veía todavía parecía recordar algo y me decía "Tu padre es marino". Y algo se parecía, porque tenía una tienda de ultramarinos. Así que muy desencaminada no iba.



1 comentario:

  1. Disculpe este comentario es para realizarle una pregunta, ¿en donde usted encontró la siguiente frase: "En las formas que dibuja la arena, siempre está el recuerdo del mar perdido."? Por favor, espero su respuesta y gracias por su atención.

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